¿Cómo nos gustaría vivir en nuestra ciudad? La manera en la que las personas desean vivir y disfrutar de su entorno debería expresarse en el entramado urbano y arquitectónico de las ciudades, pero esto difícilmente, sucede.
Si echamos una ojeada a nuestro alrededor, no tardaremos en comprender que las ciudades han tendido, en cierto modo, a la opresión. Como una erupción sin apenas control, el cemento se ha adueñado de casi todos sus rincones. En lugar de ofrecer una respuesta clara, abierta y flexible a las necesidades de sus ocupantes, las urbes han tomado el camino fácil, no por imperativo, sino por la tendencia natural de la planificación urbanística y las relaciones que se tejen en la red de su diseño.
Tendencias de build-to-rent: arquitectura inclusiva, comunitaria y responsable
Por ello no resulta extraño que surjan voces discordantes. Miradas críticas que señalan posibles soluciones. Y es que la buena arquitectura suele señalar la alternativa, abre nuevos horizontes que conducen al progreso y a la innovación. El ejemplo más reciente lo podemos encontrar en los premios de arquitectura más prestigiosos de la Unión Europea, los Mies Van der Rohe.
Más inclusión, más confort. El premio de arquitectura emergente de este año ha recaído a la vivienda colectiva La Borda de Barcelona. Un bloque de viviendas cooperativas, dónde emerge la vegetación y sus espacios comunes se convierten en puntos de encuentro comunitarios. Un claro ejemplo de lo que surge cuando se escucha y la ciudad se aproxima a la realidad del entorno. No es un caso aislado. El premio gordo ha ido para el nuevo edificio de la Universidad de Kingston, en Londres. Un nuevo emblema académico que destacada por construir una atmósfera de encuentro entre sus ocupantes y la ciudad. De dentro hacia fuera, gracias a sus terrazas y galerías, que acercan la luz natural y permiten contemplar la actividad de sus estudiantes y que estos disfruten de un mirador excepcional hacia la capital.
Asumir la responsabilidad y los retos globales de la sostenibilidad. De forma complementaria, la 64 edición de los premios FAD de arquitectura también han puesto el foco en la arquitectura responsable. Desde el diseño de viviendas de alquiler en Palma, proyectados por materiales naturales y reutilizados con técnicas locales, hasta la ambición urbana del nuevo Museo Munch de Oslo. Un diseño excepcional que dota a su planta baja de todo el potencial para ser un enclave y un pulmón de actividad social. Un nuevo eje de atracción urbana que le ha valido la nominación en la categoría internacional.
Nuevos conceptos que ponen el acento, este 2022, en algunos de los retos que debemos y deben afrontar las ciudades, para ser pioneras de un cambio necesario para el futuro de las ciudades.